sábado, 27 de diciembre de 2008

Perdón

de estos días de paternidad y fin de año:

Escribí una flor y una gota de rocío y un jardín que no se humedeció con lluvia alguna. Quise hacerte una casa en el poema, versada y limpia, de cálida sintaxis; nada hubo anoche que del frío te distrajera. De qué va este oficio que no riega ni calienta, que no sirve siquiera, con exactitud, para decir nada concreto. En las líneas de lo escrito se perdió, incluso, la intención.
Yo
Intentaré recabar fuerza y juventud para ejercer algúna profesión, y siento la tardanza, más lucrativa, más efectiva a la hora de tenerte que ofrecer.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Constanza el mar y la pausa

Estos días me sucedió (digo me, pero sucedió así sin ser yo el sujeto del evento, aunque algo tuve que ver) algo de proporciones extraordinarias. Nació mi hija. Es difícil describir qué siento, qué me pasa: hay una pausa extraña en el universo cuando miro sus ojos oscuros, una pausa febril en pulso cuando escucho su llanto. Sé que algo parecido a lo que antes llamaba felicidad habita estos días de recién llegada, pero también sé que viene (esa felicidad) de un lugar de donde nunca antes, y que se posa en un lugar del cuerpo en donde nunca una sensación se había sentido. Lo que sé con certeza es que todos lo mares se han revuelto y son calma perpetua desde hace unos días, y están aquí en su sola presencia, aún en esta ciudad sin puerto.


Algo de mí te anuncia
o viceversa.
Algo de ti es la mar diseminada