domingo, 22 de noviembre de 2009

Poema con voz

Les dejo aquí un poema de mi últim o trabajo que llamé Viuda de narco.



Si encuentro tu cadáver flotando por el río. O si el río ya no existe y tu cuerpo está en mi patio, en el patio donde juega el hijo que tuvimos. Si río tu flotante cadáver en mi cuerpo. O si llevo un hijo tuyo sobre el juego que jugamos en mi cuerpo: ya no existe sino en suma de los días en que cadáver se me vuelve. Si miro y nada flota. Si no alcanza. Si todo cuanto digo viene a resecarnos, y ni hijo ni río, ni tu cadáver; nomás la tarde en vano con su eco de muerte y tiroteo.



sábado, 24 de octubre de 2009

en busca de antibióticos

Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.
Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.
Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia.Estoy enfermo y todo se contagia. Cof, Cof.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Un poema perdido, ya encontrado

Xanate


Ávido de fruta,
el Xanate cruza el maizal sin percatarse que es comida.
Inicia
en su vuelo (tinta china en el azul)
un paisaje instantáneo hacia los árboles de moras.

Busca junto al río su centro.
En su graznido hay un signo que interroga,
y se duele del color de su plumaje:
por eso busca el níspero,
por eso llora.

Sus alas son la noche huasteca que destella,
sobretodo en la memoria
de los que alguna vez
volteamos hacia el cielo
en este valle rodeado de siete cerros.

martes, 18 de agosto de 2009

Nueva serie de poemas sin borrador

Del que escucha 1

Ciertas notas musicales

tienen una punta afilada

-mal hecha-,

oxidada

y pinchan

dejando infecto al inocente escucha.

martes, 4 de agosto de 2009

Un poema de Suplencias Para El Nombre del Padre

Estimados, pocos, que me leen, aquí les dejo un poema del libro que ganó el Rodulfo Figueroa. Este poema me lo celebraron varios amigos - ya borrachos ja- y lo publicó el círculo de poesía, así que algo ha de tener. Se los dejo:

Primera indagatoria

Yo quise hacer un buen trabajo
Manual
El día del padre
Quise escoger con mucho amor una corbata
Y pegar sopa de pasta en la tarjeta colorida
Que me hiciera ver llorar por vez primera
Al inquebrantable de mi padre
Quise desafiarlo brutalmente alguna noche de parranda
Tomarle sin permiso el auto rojo
Ése, el de lavarse juntos el domingo antes de ir
Al partido de fútbol.

No fue tanto tampoco. Tampoco fue tan triste.
No alcanzó a ser, la infancia, una tragedia.

Tuve que aprender, yo, como muchos
Otras formas (muchas) de llenar
El blanco espacio que siempre sobresale
En las postales familiares. Y luego vino el tiempo
Y tuve un auto rojo, y corbatas que no uso
Y un amigo querido al que a veces
Ya borracho
Me da por decirle
papá.

sábado, 25 de julio de 2009

Un texto en la jornada de Ricardo yañez, apropósito de mi nuevo libro

Isocronías
Ricardo Yáñez
■ Nombrar la ausencia

Con Suplencias para el nombre del padre, Julio César Toledo, veracruzano radicado en el DF, se hizo en octubre acreedor a la versión de 2008 del premio de poesía Rodulfo Figueroa, de la cual fueron jurados Luis Aguilar, Luis Armenta Malpica y Francisco Magaña, quienes del libro, actualmente en proceso de edición, destacaron sobre todo “la nitidez de su factura”. Una ojeada a vuelo de pájaro, gracias a la generosidad de su autor, me sugirió lo siguiente:
La voz, hecha de muchas voces, eco y resonancia de ellas, no sabe oírse en tanto no se reconoce oída en lenguaje heredado, del que no siempre gusta –pero siempre le dice (aun cuando no la diga).
Ir en busca del padre es ir la voz en busca de otra voz, la voz que le dio búsqueda: “acá comenzó todo justamente con tu ausencia”, lo que obliga a convocar, a gritos, “la inteligencia de algún eco”, sólo para descubrir que nada, ningún nombre, es suficiente.
Y “el cuerpo empeñado en descifrar la hechura de sí mismo”, recurre entonces al poema, “un ardid lingüístico para engañar la realidad”: “Tuve que aprender, yo, como muchos/ Otras formas (muchas) de llenar/ El blanco espacio que siempre sobresale/ En las postales familiares.” “Y yo no tengo nada/ excepto el tiempo dedicado a esta escritura”. Pues “Nadie/ puede/ resistir la perfección del silencio”, “la falta de apellido.” Si bien “el nombre es un abismo”.
Como la “Mujer:/ otro nombre para suplir al padre”.
“Hijo es también raíz de padre.” “Voz”, traduzco a mi percepción, “es también raíz de lenguaje.” De nombrar la herencia a manera de don a donar, donado ya. “Mi padre/ es la idea de un recuerdo que no tengo ciertamente”. Hay que hacerse de él; hay, en cierto modo (no en balde lo “edípico” de la Conclusión expuesta en el párrafo anterior) que deshacerse de él: “Es necesario/ seguir en el esfuerzo de olvidar/ que antes de mí estuvo otro en mis zapatos/ que no pudo, una mañana, entrar para decir la luz.”
Paréntesis: “Cómo escribir, a estas alturas,/ un paréntesis/ que rodee la palabra sin cercarla,/ dejándola crecer en su sonido,/ en su semántica pequeña pero suya/ y dilatada.// Una pausa que se haga de verdad, sin ornamento/ (sin ser otra cosa que silencio).// Mientras trazo esta parábola en la hoja,/ ella misma se vuelve mi estandarte/ de batalla, banderín de insignia bélica/ que incita a continuar.”
Rastro y presentimiento de una voz en busca de sentido, “Digo tu nombre./ Con el aliento más suave que poseo, digo tu nombre/ y, acaso, la combinación de sus letras/ o su eco/ hacen temblar la tierra.// Digo tu nombre que es claro y fresco;/ lo pronuncio y en él lavo mi cuerpo,/ me clarifico.// Digo tu nombre y/ después, aunque no quiera,/ todo es silencio.”

viernes, 24 de julio de 2009

Hagan sus pedidos


Ya está a la venta el libro ganador del premio regional de poesía Rodulfo Figueroa 2008. Pídelo aquí y la dedicatoria va de regalo. (ja).

lunes, 25 de mayo de 2009

¡Qué cosa!



Lo nuevo de un buen amigo transatlántico.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Fin de paréntesis

Deliberadamente cierro este paréntesis
porque, otra vez,
por falta de experiencia
–o gracia-
no pude hacer silencio.


Sobre la manía incurable de seguir diciendo...

viernes, 8 de mayo de 2009

Cuando el mundo se cae

Algo breve de unas prosas que me acosan ultimamente

Y a pesar de todo sigo creyendo que tengo la habilidad de convertir ciertos momentos, cuando el mundo parece caerse a pedazos, en instantes de magia color ámbar donde una casi imposible sonrisa se asoma y todo vuelve a su centro y en tan sólo un segundo también se reconstruye y nace –perdón si suena cursi- el amor, así sin adjetivos.

viernes, 17 de abril de 2009

Si el tic tac del corazón fuera un poema

Si el corazón dejara de latir,
Si dejara de bombear
¿morimos?

O la muerte es cosa también de perspectiva
y no se muere en el silencio de la válvula cardiaca.
Acaso se prolonga el sentimiento, el tacto, la erección
al infinito
y en las trémulas andazas del viajero citadino
que raspa de tacones las noctámbulas aceras
algo del que muere vibra,
palpita,
sigue vivo.

¿Será que ciertamente el alma nos habita?

Después de morir, si fuera cierto esto,
habría un período libre en el que el alma
deambula sin talón ni geografía. Quizá quince minutos,
media hora,
un par de días.

Si el tic-tac del corazón se detuviera,
seguro
vendría la muerte súbita inmediata.

Si el tic-tac de mi corazón se detuviera:
muerte súbita inmediata.

Si el tic-tac de mi corazón
sangre instantánea.

martes, 31 de marzo de 2009

Un poema de Quicio, en estas épocas de playa


AHOGADA

¿Quién la ve justo en medio del océano?
Apenas descubierta flota
la muchacha
en estas aguas que le hicieron
de coral un mausoleo.

Ojos de nácar.

Su pecho intacto aún y sin espina
se abulta y palidece para ser
el último
terso escalón de un hipocampo.

la joven canta porque nadie le oye

¿Acaso una gaviota llevaría
a la costa
su trova de sirena?
El sol tiñe en un soplo
la enorme y confortable sepultura.

Niña virgen de todos los navíos.

viernes, 6 de marzo de 2009

En estos días en que nada me consuela: comida

Hace tiempo un buen amigo y yo, nos hicimos el propóosito de cocinar un platillo por día... de ahí salieron cosas ricas, una de esas (bueno a mí me gustó) fueron estas empanaditas de atún.

Empanadas de Atún

Para Alikú, que me enseñó a poner el futuro en una sartén con recaudo y atún...


De atún haremos hoy las empanadas,
horneadas o fritas, tú decides:
corta ese jitomate en rebanadas
con ajo, cebollita y unos chiles.

Cocina a fuego lento, mi alquimista,
recaudo y la carne del pescado;
señal unívoca de que está lista
será tu corazón ya peñasqueado.

¡Que bulla ese caldillo en las sartenes!
¡Que caiga ese guisado en la empanada!
Que suenen esas tripas como trenes
presurosos de llegar a la estación.

Ya fritas, rebosantes en su grasa
o al horno, sean motivo de fruición.

martes, 24 de febrero de 2009

Pensando en Constanza

En medio de un vacío tremendo; a cuestas un cansancio que ahce mucho no sentía, la idea de mi hija me sorprendio en la carretera junto con un paisaje extraordinario.

lunes, 16 de febrero de 2009

Un poema no sirve, a veces, para nada

De la futilidad de la poesía

Podríamos desperdiciar la hoja,
esta o muchas más que están en blanco
inmaculadas y dispuestas
esperando
pacientes
las palabras exactas que legislen la vida del amante,
de los niños, del atardecer anaranjado.

Podría desgastar el idioma entero,
sus dardos, sus versículos sangrientos.

Perdiéramos la voz, lloráramos,
cayéramos rasantes sobre arena,
naufragáramos.

Ni este poema, ni un tratado;
ni el largo silencio de las tardes nuevas,
ni la luz eléctrica, ni el rezo:

Nada trae -hoy que despierto-
el cobijo insondable que la casa nos dio.

jueves, 29 de enero de 2009

Siempre ha sido mi obsesión el minotauro

Polaroid de Minotauros

I
La noche está dormida
sobre el mundo;
descansa sus espaldas.

En el silencio rítmico
sólo el llanto,
el dolor del minotauro:
su bestialidad (¿?)






miércoles, 21 de enero de 2009

Otro para el fin del mundo

Soñar con música
mezclada en la noche del aliento
para hacer de este agujero el paraísoen
donde sólo brilles tú.

miércoles, 14 de enero de 2009

Para el fin del mundo

Ahora escribo en forma de poema, esas cosas que quiero hacer antes del fin del mundo. Cuando sepa que se va a acabar o cuando junte fuerza suficiente para empezar.

Leer de un sólo sentón Ulises. Disfrutarlo.
Oír, por fin, después de todo,
esos ecos de animal que dicen sobrevienen
cuando entiendes el monólogo interior.

miércoles, 7 de enero de 2009

Un golpe que todos quisimos dar

Un texto, que leí en Casa Refugio a propósito de la presentación del libro...

Hace unos días quise comenzar una ensayo sobre el último libro de Armando González Torres con la frase: “… el libro es como un golpe”. Pero en la medida que avancé, me di cuenta que la escritura de este autor no es como un golpe, es un golpe certero que propicia dolores muy específicos y que hace daños de la más variada condición.

Una especie de pompa funeraria necesitaríamos para celebrar la aparición de Teoría de la Afrenta de Armando González Torres. Habría mucho que decir sobre este libro que se antoja, por principio, desafiante. En efecto es un golpe, una sacudida: un hilación de textos que transgrede las posibilidades.
Teoría de la afrenta desdibuja los límites del género y crea una posibilidad poética que excede los contornos lingüísticos anidando sobre los elementos de la experiencia más íntima. La poesía que se construye en esta teoría es la del lado B, la del movimiento siniestro que sucede dentro del espejo de manera paralela al de la realidad sin dejar de ser parte de ella. Por ello me atrevo a decir que la poesía Transtextual que González Torres nos regala, es un golpe certero a todo cuanto conocemos y asumimos sobre los géneros literarios. Podría ser una literatura Transgénero. No es casualidad que un autor conocedor de la tradición (baste decir que recién ha ganado el premio Revueltas 2008 de ensayo por un trabajo que versa sobre la tradición literaria reciente) pueda dislocarla y pasar, diríamos, al siguiente nivel.

De la misma forma como nuestro autor desvela los mecanismos del género y los evidencia dejándolos desnudos y sinsentido, la experiencia sensorial de los “textos” que suman esta peculiar teoría de la afrenta son negativos de la proscripción, son historias de vencedores contadas por los vencidos, son ramilletes de golpes dados a antihéroes con nombre y apellido pero son, sobretodo, golpes muy fuertes recibidos por todos nosotros; por eso la historia que se funda en este libro es la historia del oprobio común, del oprobio del barrio y de la patria; a saber, es la historia íntima de la violencia del mundo. Se nota en la escritura reluciente que el tiempo ha hecho su trabajo. El decantado oficio de Armando nos ofrece la posibilidad de un texto claro. La construcción minuciosa de un texto científico que propone y desarrolla una teoría con tanta precisión, es un alarde más del dominio del oficio de la palabra y un elemento fehaciente de la gracia con que se desmadeja el signo y sus significantes en este monumental libro.

El signo se contrae y se entrevera en cada texto de Teoría de la Afrenta: es al mismo tiempo un poemario que un texto de divulgación y un antilibro; reducto violento de todo cuanto representa, como ya dije, el lado B de la realidad. Hay un brío dictatorial en la escritura de este texto, un dejarse ir con todo el odio y si algún miramiento. Hay una sutil pero despiadada furia detrás de las palabras del libro, una magia que entrecruza la belleza de la armonía poética con el devastador arpón de la verdad dicha sin disimulos: rogativa del despecho, por ejemplo, es un poema que a mi gusto resume muy bien el espíritu del libro: descarnado y furioso, con pretensiones de liturgia. El grado de violencia del libro parecería que deshumaniza, pero al contrario, nos acerca más de manera inteligente a eso que irremediablemente somos: humanos, condición nutrida de interpretaciones, signos y rituales, que en suma construyen esta ya probada teoría de la afrenta.


Julio César Toledo.