sábado, 14 de febrero de 2015

Fragmento del libro Un contratiempo, de su servidor, de próxima aparición

El amor en realidad es un sólo, irrepetible y contundente. Es aquél que entre iguales fecunda su semillas también de forma equitativa (en un principio al menos) en los susodichos. Bajo un enfoque rígido y ortodoxo, nada fuera de este límite, enorme límite por cierto, habrá de llamársele amor por ningún motivo. Y sin embargo, las sociedades modernas que han tendido a la suavidad de las miradas, al laxamiento de cualquier límite o frontera, en donde todo concepto mientras sea políticamente correcto; demagógicamente correcto, es permitido, llaman amor a una cantidad alarmante de relaciones. No hay elementos de comparación y su taxonomía se vuelve francamente imposible. Esas otras muchas relaciones que por, quizá, pereza, les llamamos amor igual que al amor mismo, no deberían contemplarse en este ensayo si quisiéramos ser consecuentes con nuestro propio discurso. Pero no queremos serlo. Por el contrario, lo que buscamos es la blanda perspectiva de la sociedad comodona, la odiosa inclusión que se escuda en el concepto de tolerancia para permitirlo todo. Por ello hemos adjuntado también estas breves relaciones sobre falsos amores que predominan en las prácticas sentimentales de los ciudadanos del mundo contemporáneo. Julio Toledo