Que más quisiera yo que hacer volar a alguien...
Poema Avión
Estas palabras que lees
tienen estructura metálica y aspiran a poema,
quieren ser, en sentido estricto una aeronave.
Llámale avión, me da lo mismo;
lo importante aquí es
que vuele.
Lo vital es que el poema tenga alas,
asientos al menos para dos:
un piloto resulta imprescindible.
Que trabaje el torrente de sangre combustible,
que deje
en el espacio
esencia hecha de humo;
que haga, en su pirueta,
una señal discreta que se pueda ver.
Intenta despegar este poema
con sus ruidos y sintaxis propulsoras,
ganar altura con los signos,
planear, acaso, en consecuencia de los verbos;
tal vez,
después de tu lectura,
monosílabo, se atreva a aterrizar.
El poema tiene por fin último volar
-mejor, ser vuelo- .
Y si algo transporta por los aires,
será más que palabras predispuestas,
habrá sido,
venturosa maquinaria,
un avión.
(Rudder o Epilogo)
Ya luego se verá, si se relee, que a veces
-depende también de las corrientes,
del piloto,
de la forma de leer.-
El poema no despega.
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