Signo de fuego nuestra nervadura,
del miedo la sutil pornografía;
oficio éste de hacer la melodía
con aguardientes y desagarradura.
Explorando pueril la geografía:
espaldas desporvistas de armadura
que del canto serán anatomía
transparente, quemante pero muda.
Así traza su rasgo la amargura
disfrazada de amable simpatía.
Limítrofe quehacer de su locura:
ese fuego crispará con su bravura
cualquier intento vil de valentía
confinándolo a ser sólo escritura.
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