martes, 10 de junio de 2008

Este jueves, presentación de Quicio.

Una nota de prensa sobre Quicio.

“QUICIO”: LA RECONCILIACIÓN POÉTICA DE JULIO CÉSAR TOLEDO CON EL MUNDO
“Todos los poetas buscamos ser Adanes, ver las cosas con ojos de niño y nombrarlas por primera vez”, dice Julio César Toledo (1977), escritor oriundo de Chicontepec, Veracruz, al referirse a su más reciente libro, Quicio, coeditado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la dirección general de Vinculación Cultural, mediante el Programa Cultural Tierra Adentro.
Se trata de la tercera publicación del autor, quien anteriormente escribió Del silencio (2003), su primer poemario, y Hombre, mujer y perro (2004), una obra de teatro.
Interesado en el uso de la palabra como una herramienta de reconstrucción del mundo, Toledo hizo un repaso por su pasado, una marcha atrás para reconciliarse con él mediante la escritura.
“Creo que la poesía tiene la capacidad de cambiar no sólo a los lectores, sino a quien la escribe, de hacerlo crecer”, explica el autor, quien se interesa por la relación de la poesía con lo sagrado, así como por las posibilidades que ésta ofrece para acercarse al mundo con la mirada de un infante.
Quicio es la respuesta de Toledo a una inquietud personal: su urgencia de reconstruir su relación con el mundo, “no sólo desde el aspecto de la forma del lenguaje, sino desde una conciencia del mismo, de su capacidad generadora.”
El nuevo poemario, se integra por dos secciones: Fuego en tierra y Mar y soplo. En la primera parte, el autor se remonta a sus orígenes, a su infancia en el desierto mexicano y, al mismo tiempo, a sus raíces familiares en Líbano. La aridez del desierto figura como un símbolo que cristaliza su reconciliación con el mundo.
No sólo es un poemario introspectivo. Toledo admite que sus intereses sociales y políticos se colaron en la escritura en algunos textos. El más evidente es Media noche en Bagadad, que habla sobre el hastío de la guerra, de la impotencia generacional ante el desastre inminente.
Mar y soplo, la segunda parte del libro, agrupa poemas menos formales y sirve como una contraparte al desierto. Es el lugar desde donde el autor pretende desatarse de sus orígenes y emprender un vuelo poético.
Más conectado emocionalmente con los poetas vivos que con los muertos, Julio César Toledo menciona la obra de Roxana Elvridge-Thomas, Julián Herbert y de Óscar David López, artistas de generaciones recientes que muestran de que la poesía mexicana se mueve por caminos tan disímbolos como atrayentes.
“Veo en los poetas de mi generación la intención de asumir la tradición poética de una manera distinta, no creo que sea una generación que reniega sobre lo ya hecho, pero sí que asume que no hay nada nuevo bajo el sol y que ahora debe darle una forma distinta a la poesía. Todos los poetas buscamos ser Adanes, ver las cosas con ojos de niño y nombrarlas por primera vez.”
El autor, que el año pasado obtuvo la beca de la Latin American Artist Foundation de Nueva York, busca encontrar sus lectores con Quicio, un libro que pretende, con cada poema, suscitar experiencias totalizadoras.
El libro de Julio César Toledo será presentado el jueves 12 de junio a las 19:00 horas en el Museo Nacional de San Carlos, sito en Avenida Puente de Alvarado 50, colonia Tabacalera.

2 comentarios:

Óscar David López dijo...

Hola Julio César:

Gracias por tu comentario en LSA. Estaría cool entrar en contacto. Yo no he tenido el tiempo para leer tu libro, tengo una fila entera detrás de mí. Prometo hacerlo pronto.

Te dejo mi email personal:

oscardavidlo@gmail.com

o mi MSN:

david18_15@hotmail.com


Saludos desde Monterrey,

Òudi-Ló.

EL PÁVIDO NÁVIDO dijo...

Julio: gracias por el link camarada, ya esttá también el vínculo desde mi cubil cibernético. Nos vemos en la tarde, que no llueva para que no se mojen mis calcetines.
Un abrazo
El P.N.