lunes, 12 de noviembre de 2007

Un tatuaje

Este poema, anduvo muy celebrado y felicitado en el festival de la palabra, donde lo leí a lado de buenos amigos y buenos poetas. Va aquí para compartirlo.


Siempre dijeron
de mi
que muy seriesito para su edad
-que muy bueno para venir de esa mala semilla
oscurecida-.
Yo
quería dormir hasta tarde los domingos
tener revistas porno debajo del colchón
pero: muy seriesito para mi edad.

Yo quería un tatuaje
pero
iba los domingos – tempranito-
al coro de la iglesia
al mercado del brazo de mi madre.
Hice mis tareas
fui todo lo que la familia deseó.

Ciertas tardes de verano salí desnudo al jardín
ivocando un dragón que en su tinta deborara mi pierna.

Bueno para las clases de história y de ciencia natural
asistí con religiosidad a clase
quise irme de pinta
y besar en parques escondidos a mujeres (niñas de labios pintados)
que se cambiaban el nombre
para no manchar como su ropa interior, el verdadero.
En cambio hubo prolongadas noches
de inventarles rostros y olores a esas musas.

Luego me dió por las palabras
andar diciendo cosas raras
de la gente:
su mirada es fuego que me funde y fragua
de las cosas:
una blanca nostalgia hizo nido en el ropero

y antes de perderlo todo en esa apuesta
-qué oportuno-
me consiguieron trabajo
un buen trabajo digo

de esos que uno gana su dinero
de esos que se pone uno corbata y siempre
le dicen a uno Señor

aprendí de nónimas y trámites honrosos,
de windows e impresoras a color
y yo
seguía queriéndo un tatuaje
en el tobillo
una tarde de playa con ocasos de Neruda.

Pero –siempre- el amor es de alguna forma medicina:
droga corriente
pelirgosa y aditictiva igual de ilegal –debiera castigarse-
muy costosa pero no tan de mal ver,
excepto
en las entrañas, donde hace su guarida de epidemia.

Comencé a escribir en las paredes de mi cuarto
luego en espaldas de mujer...
Hoy
mis versos se maduran lentamente
en la mirada desatada de un anhelo.
Una braza –más instinto que otra cosa-
prepara su caldero en cierto vientre
y canta de brazos abiertos mi llegada
en espera
del tañido iracundo que nos resumirá.

Cuando sepa el nombre de ese fruto
por toda la verdad acumulada
por toda la obediencia que llagó mi pecho
me haré un tatuaje
tal vez dos.

1 comentario:

| eve | dijo...

como los españoles... pues naaaaa´a... es usted mi heroe literario de la vida universal entera toda! y ya!

abrazo!