jueves, 19 de junio de 2008

El rostro de un poeta

Quién no sabe, quién se atreve a no saber – aún en estos tiempos en que todos los muros parecen derrumbarse- que un rostro, cualquiera, por ajeno o cercano, es siempre la certidumbre.Las paredes de esta ciudad están llenas de grafitis inentendibles y algunas, afortunadas, dicen cosas: te amos sin dedicatorias precisas (flechas idiomáticas perdidas en busca de algún pecho), afrentas dirigidas y que más valdría no terminar de leer. Pero por mi casa – ay, barrio, no te acabes- algunas paredes dicen poemas. No hablo del amor que se les tiene, no es una metáfora ( ah, ¿no?); alguien, algunos, vaya usted a saber quién, escribieron poemas en las paredes y les pusieron firma y todo, dándole crédito a los autores. Hasta Octavio Paz y su piedra de sol que – seguro- nunca vinieron por acá, anda en un muro blanco que está cerca de una farmacia. No se quedaron contentos con escribir, sin recato, los poemas que digo sino que también dibujaron (a lo mejor ni se dice así) los rostros de los autores. Y ahí sí que pienso y confirmo que una cara todo lo clarea (aunque ni se parezcan éstas a los de a de veras). Una palabra bien puesta duele. O alimenta. Pero una palabra a lado de unos ojos, nariz, boca, la boca... de un rostro, vamos, es una certeza de lo que se intuye: poesía. A mí me gustan las cosas así, clareadas; me hace mucho bien pasar todas las tardes, ya de regreso, por una pared grandota donde está un Ricardo Yañez (uno, el que ama, estoy seguro) y su poema. Ahí siempre dispuesto, viendo, asumido en sus trazos de aerosol y monumento bidimensional. Hoy pasé y quise saludarlo –josepú-, me lo pintaron: una o dos capas de pintura blanca y muy nueva propaganda y ya no está ese poema, ni el rostro mal hechote de Yañez que me esperaba ahí como a las 6 en su pared. Me acuerdo "no me importa significar: me importa ser" , ¿y yo? ¿y mi certeza de leerlo ahí, siempre a lado suyo? Qué egoísmo. ¿Con quién me quejo? ¿Quién borró a Ricardo de la avenida? Por eso, lo tengo que decir, se les caen a cada rato las paredes, porque no hay poesía, y si la hay – qué tontos- la quitan.

3 comentarios:

pk dijo...

me gustó que "un rostro pueda ser la certidumbre". quizá improbable para los hombres, loable en la vida. el final es muy bueno: "lo tengo que decir"...

entonces, te gustan las cosas claras, clareadas o aclaradas? je.

un abrazo

El Arbitrario dijo...

bien escrito julio,
la poesia son solo palabras para algunos...

oie, me gustaria invitarte a que revises mi versión en poetica arbitraria, de lo sucedido en acapulco...

htt://poetica-arbitraria.blogspot.com


gracias por colaborar con nosotros,
tienes las puertas abiertas, ya sabés...


saludos

fabián R.

Julio César Toledo dijo...

Gracias, Pablo, por pasar por aquí. Las cosas me gustan: claras, aclaradas y careadas. A ver cuando nos vemos las caras y hacemos de eso certidumbres.

Mi estimadisimo Fabián, gracias por venir al blog, por le versión de textos, y por unirse a mi club de defensores contra los anónimos. Este camino de letras está llenos de gente chida como tú.